viernes, 20 de noviembre de 2009

El Argumento del Suicidio.


Sobre el comienzo de mi vida,

Si lo deseaba o no, nadie jamás me preguntó,

No podía ser de otra manera.

Si la vida era la cuestión,

Una cosa enviada a intentar

La afirmación del vivir,

¿Algo que no puede ser?

Un intento de morir.


La Respuesta de la Naturaleza:


¿Se retorna igual que al ser enviado?

¿No es peor el cansancio, el desengaño?

¡Piensa primero en lo que eres!

¡Convoca a tu antigua conciencia!

Te he dado inocencia,Te he dado esperanza,

Y salud, y genio, y una amplia mañana,

¿Retornarás culpable, aletargado,

Abatido por la desesperanza?

Escribe por lo que debes vivir,

Haz un inventario, compara.

¡Entonces muere, si te atreves!


Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)

Al Amor


Dame, Amor, besos sin cuento,

asido de mis cabellos,

y mil y ciento tras ellos,

y tras ellos mil y ciento,

y despuésde muchos millares,

tres;

y porque nadie lo sienta

desbaratemos la cuenta

y contemos al revés.


Cristóbal de Castillejo (1490-1550)

A la Memoria


Extraño Poder, quién eres yo no lo sé

,Asesino o doncella de mi fe.

Sólo sé que prefiero el castigo

Del más implacable enemigo

,Que vivir -como ahora vivo-

Mutilada veinte veces al día por ti.

Sin embargo, cuando logre someterte,

Lo ridículo será un vano pretexto,

Murmurando en mi oído una canción

Largo tiempo amada, hoy lejos de la razón;

Y sobre mi frente he de sentir el beso

Que me haría desear morir antes de perderlo.


To Memory; Mary Elizabeth Coleridge (1861-1907).

Agotada


Tus fuertes brazos me rodean,

Mi cabello se enamora de tus hombros;

Lentas palabras de consuelo caen sobre mi,

Sin embargo mi corazón no tiene descanso.


Porque sólo una cosa trémula queda de mí,

Que jamás podrá ser algo,

Salvo un pájaro de alas rotas

Huyendo en vano de ti.


No puedo darte el amor

Que ya no es mío,

El amor que me golpeó y derribó

Sobre la nieve cegadora.


Sólo puedo darte un corazón herido

Y unos ojos agotados por el dolor,

Una boca perdida no puede sonreír,

Y tal vez ya nunca vuelva a reír.


Pero rodéame con tus brazos, amor,

Hasta que el sueño me arrebate;

Entonces déjame, no digas adiós,

Salvo si despierto, envuelta en llanto.