lunes, 8 de febrero de 2010

El Vampiro .


Tú que como una cuchillada
entraste en mi triste pecho,
tú que, fuerte cual un rebaño
de demonios, viniste, loca,
a hacer tu lecho y tu dominio
en mi espíritu humillado.
--Infame a quien estoy unido
como a su cadena el galeote,
corno al juego el jugador,
como a la botella el borracho
como al gusano la carroña,
--¡maldita seas, maldita!
Rogué al rápido puñal
que mi libertad conquistara
dile al pérfido veneno
que socorriese mi cobardía.
Mas ¡ay! puñal y veneno
despreciándome, me han dicho:
"No mereces que te arranquen
de esa maldita esclavitud,
¡imbécil! --si de su imperio
nuestro esfuerzo te librara,
tus besos resucitarían de tu vampiro ¡el cadáver!".

No hay comentarios:

Publicar un comentario